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Iniciamos el año 2024 con la mirada puesta en la situación política del mundo. Dejamos atrás un 2023 que ha seguido subiendo escalones en los hitos disruptivos de nuestra historia reciente. Las consecuencias de la invasión de Ucrania en 2022 y la situación en Oriente Medio elevan el clima de incertidumbre global en un contexto delicado en el que impactan factores instrumentales y sociales de manera peligrosa.

Es evidente que el uso político de los desarrollos tecnológicos ha cambiado la forma de hacer política en el mundo y ha sido el factor instrumental de la polarización y la desinformación en la que vive instalada la sociedad política global. La situación de crispación política constante se ha visto alimentada por un malestar social, de origen económico por las consecuencias de la pandemia, pero que ha mutado a un malestar identitario y excluyente de impredecibles consecuencias en países como EEUU, España o en el conjunto de la Unión Europea.

Con este “esperanzador” panorama político, la Comunidad Internacional afronta el momento electoral de mayores dimensiones de la historia. Alrededor de 70 países y casi el 50% de la población mundial están llamados a las urnas a lo largo de 2024. La India (1.428 millones), la Unión Europea (742 millones), Estados Unidos (339 millones), Indonesia (278 millones), Pakistan (240 millones), Rusia (144 millones) y México (128 millones) entre otros. A su vez, países más pequeños en términos de población pero de enorme trascendencia política como Taiwan por el impacto con China, Turquía por los efectos en la región, Venezuela en mitad de cambios políticos en América Latina o casi un tercio de los países del continente africano en un momento de reagrupación de los llamados países del sur global.

El Año de la Democracia podríamos llamar a 2024. Una delicia para los que nos interesan los movimientos políticos internacionales y todo un reto de resistencia para los pilares de las democracias liberales en medio mundo. Como escribía Anne Applebaum en El ocaso de la democracia (2020): «Las democracias liberales siempre han exigido algo de los ciudadanos: participación, debate, esfuerzo, lucha y cierta tolerancia a la cacofonía y el caos.»

En España llevamos meses de intensidad política y electoral. En las próximas semanas con las elecciones gallegas, pero aún más, con las elecciones europeas de junio, volveremos a vivir un test de stress de los valores democráticos que nos han fortalecido como comunidad en un contexto global. Confío en que superemos el reto del mismo modo que quiero y deseo para el resto de los 70 países que tendrán elecciones este año y que la democracia liberal y humanista siga creciendo en el mundo.