Skip to main content

El pasado 18 de julio, la revista The Economist publicó un interesante artículo sobre un tema clave en el mundo empresarial: Euphoric markets are ignoring growing political risks 

El artículo hace un repaso a la disruptiva y preocupante situación geopolítica en el mundo y cómo parece que la gravedad política no perjudica a las principales economías, ni a las grandes corporaciones. Los números macroeconómicos que reflejan regiones clave como EE. UU., la zona euro, Japón y varias economías emergentes, son buenos. Los movimientos reflejan que el optimismo está a la orden del día, señala The Economist.

Por otro lado, el mundo parece vivir un momento de tensión geopolítica sin precedentes. Los focos delicados aparecen en todos los continentes con un denominador común, el impacto negativo en la Democracia y los Derechos Humanos. Estoy seguro de que la estabilidad política es uno de los factores que miden las corporaciones en sus estrategias de inversión, pero, ¿Es posible innovar un poco más y lograr que los actores económicos sean motores de impulso y defensa de la Democracia?

En esta misma línea, hace unos días leía en una publicación de Alliance of Democracies Foundation una referencia a un libro de Marcos Buscaglia, economista latinoamericano, Beyond the ESG Portfolio: How Wall Street Can Help Democracies Survive, que plantea la duda sobre si los países desarrollados son conscientes de que pueden estar financiando a quienes no creen en los principios democráticos y en cambio, no promover incentivos en las economías que sí defienden la democracia.

Buscaglia plantea que los criterios de inversión ESG, por el que se guían muchas corporaciones en el ámbito internacional, tienen una orientación de sostenibilidad ambiental, social y corporativa pero un deficiente enfoque sobre la protección y defensa de la democracia.

Vivimos un auge sobre la importancia de la defensa de la democracia. Las principales instituciones internacionales multilaterales están diseñando programas específicos de cooperación para defender la Democracia. Las elecciones en Estados Unidos, la invasión rusa a kilómetros de la Unión Europea, la situación en Oriente Medio, en el Sahel o en países latinoamericanos como Venezuela, Nicaragua y Cuba. ¿Están las inversiones acompañando la preocupación política y social sobre la democracia?

Surgen nuevos instrumentos que pueden ser el camino del futuro como impulsar un Fondo de inversiones democráticas que premie en términos de incentivos económicos y acceso a la financiación a los países que sí respetan los estándares democráticos y penalice a aquellos que los vulneran. Impulsar una suerte de Bonos democráticos que marquen tipos de interés en función de criterios de respeto democrático con la misma determinación política que se impulsaron los bonos verdes. Vale la pena invertir en democracia. Los Fondos de inversión y las grandes corporaciones pueden ser actores clave para el futuro del desarrollo democrático.

Estoy convencido de que este enfoque de inteligencia estratégica y democrática debe insertarse tanto en las áreas de asuntos públicos como en áreas concretas de análisis estratégico geopolítico que tienen las principales compañías. En cualquier caso, la diplomacia corporativa, la inteligencia geopolítica, el análisis de los riesgos globales o el enfoque de impacto en desarrollo, son dimensiones en auge en el sector privado.

 

Enlaces de interés:

¿Qué son los criterios ESG (‘environmental, social and governance’) y por qué son importantes para los inversores? BBVA (More…)

¿Cómo afectan las crisis geopolíticas a los mercados? JP MORGAN (More…)