El próximo 9 de junio la Unión Europea se enfrenta a uno de sus mayores retos desde su constitución. Las últimas elecciones europeas de 2019 se celebraron en un contexto mundial que ya no existe, el orden mundial de 2024 es otro y la Unión Europea está obligada a ser otra.
El cierre disruptivo que supuso la pandemia del COVID-19 en todo el planeta, las consecuencias sociales y económicas que se sufren hoy en día, la invasión de Ucrania por parte de Rusia, el aumento del populismo, la desinformación y el impacto de la tecnología en la democracia, son algunos de los temas exógenos que han transformado el mundo para siempre.
El vértice del Parlamento Europeo representa el poder y la democracia ciudadana en el triángulo institucional de la Unión Europea. La Comisión Europea como órgano directivo del sistema y el Consejo Europeo como representación del gobierno de los países, conforman los otros dos vectores que completan la compleja estructura de la toma de decisiones.
La Unión Europea ha sabido responder a los retos que estos hechos históricos han generado para la alianza, hasta el punto, que la estabilidad y la unidad que hoy viven los 27 Estados Miembros encarnan la necesidad de la continuidad del proyecto comunitario. De hecho, de difícil ciclo nace el concepto consensuado por los países europeos de impulsar una Autonomía Estratégica Abierta que evite la dependencia de países poco fiables como China, Rusia e incluso EEUU en el futuro, en temas energéticos, militares o sanitarios, entre otros. Este concepto fue aprobado en la Cumbre de Granada de octubre de 2023 bajo la Presidencia española del Consejo de la Unión Europea.
El sistema de instituciones europeas que configuran el tablero de liderazgo europeo es amplio: El Consejo Europeo, la Comisión, el Parlamento Europeo, el Servicio de Acción Exterior, el Tribunal de Justicia, el Comité Económico y Social y el Comité de las Regiones. Aunque sólo los tres primeros son auténticamente relevantes en el proceso de toma de decisiones y de iniciativa legislativa en la UE. La naturaleza política del Parlamento Europeo que surja el 9 de junio marcará todo el ecosistema adicional. La negociación entre el Consejo y el Parlamento sobre la futura comisión, los retos de reconfiguración de funcionamiento ante una posible ampliación de la UE, la necesidad de incluir los asuntos de seguridad y defensa en una reflexión sobre una potencial actualización del sistema competencial de la Unión Europea.
El orden global está en plena transformación y Europa debe tener claro el lugar que quiere ocupar. De un mundo dominado por la relación entre Estado Unidos, Rusia, China y una siempre equilibrante y previsible Unión Europea, se ha dado paso a un complejo tablero de actores e intereses que obliga a reordena las alianzas y exige fortaleza, interna y externa, para garantizarse un puesto en la mesa del poder global.
Europa es un proyecto milagroso que ha superado con creces las mejores previsiones de los hombres y mujeres que la soñaron. La región de la paz, del bienestar social, del progreso económico y de la inclusión. Una alianza entre países con una identidad cultural compartida y unos valores humanistas que forjan la historia y el futuro de más de 445 millones de personas. Pero los tiempos han cambiado.
Europa vive en una situación geopolítica delicada para su futuro. Los european policymakers viven atentos a la presión rusa sobre el este de Europa, a la posible victoria de Trump y los efectos de una disruptiva política exterior norteamericana, a la situación humanitaria que vive Gaza, al avispero de conflictos encadenados en Oriente medio, a la interminable inestabilidad política y militar en el Sahel o al impacto geopolítico de las inversiones chinas e indias, entre otros temas.
Las prioridades que se marcó la Comisión Europea en 2019 serán reformuladas con seguridad ante la incierta situación global y la necesaria combinación de apoyos que surgirán tras las 9 de junio, donde el auge de los populismos y los radicalismos están modificando los sondeos tradicionales y los futuros acuerdos. Seis bloques de prioridades han guiado a la Comisión Europeo en este periodo 2019-2024:
- El Pacto Verde Europeo.
- Una economía que funcione en pro de las personas.
- Una Europa adaptada a la era digital.
- La promoción de nuestro estilo de vida europeo.
- Una Europa más fuerte en el mundo.
- Un nuevo impulso a la democracia europea.
Desde hace unos meses, el Consejo Europeo trabaja en el diseño de la Agenda Estratégica de la Unión Europea 2024 – 2029, que aprobará antes de verano. Entre los pilares que marcarán el futuro de la UE, los países ya han situado:
- La seguridad y la defensa
- La resiliencia y la competitividad
- La energía
- La migración
- La cooperación mundial
- La ampliación de la UE
Será interesante analizar las propuestas concretas de cada uno de los grupos políticos europeos en estas materias.
Es el momento de sembrar el futuro de Europa. “La Europa de los cafés y las calles con nombre de estadistas”, decía George Steiner, “que se olvida de sí misma cuando olvida que nació de la idea de la razón y del espíritu de la filosofía”. La razón y el espíritu europeísta que confío que puedan animar a los europeos en participar en las elecciones y orientar un Parlamento Europeo sólido, consciente y dispuesto para afrontar los históricos retos que nos esperan.
Como apuntaba un diplomático español recientemente: “Existen dos tipos de países en la Unión Europea, los países que saben que no pueden sobrevivir fuera de Europa y los países que aún no saben que no pueden sobrevivir fuera de Europa.” Confío en la fuerza que juntos podemos dar a Europa con un parlamento europeo renovado y europeísta.
“La paz mundial no puede salvaguardarse sin unos esfuerzos creadores equiparables a los peligros que la amenazan” decía Robert Schuman en su famoso discurso del 9 de mayo de 1950. De la idea de la paz nació la Unión Europea y ese debe seguir siendo el espíritu que guíe la octava legislatura a partir del 9 de junio de 2024.