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La relación entre la política exterior y la política interior es estrecha.

Vivimos en una sociedad cada vez más consciente de los vínculos directos entre hechos políticos que ocurren fuera de nuestras fronteras y consecuencias directas que perciben en su día a día. La interdependencia global como paradigma del nuevo orden multilateral que ha empezado a diseñarse tras la disruptiva pandemia y la invasión de Ucrania.

En este contexto de extrema complejidad, la geopolítica permite analizar claves económicas, sociales y hasta geográficas que anticipan movimientos políticos que acaban afectando a todos los ciudadanos. Hace unos días, en una clase de máster sobre relaciones internacionales, animaba a los alumnos a generar contextos de decisiones políticas partiendo de datos objetivos como el número de habitantes, la edad media de la población, la media de natalidad, la tasa de pobreza y el índice de Gini.

¿Qué reacciones podemos predecir respecto a riesgos globales en la actualidad? Temas como el Estado del Bienestar, el mercado laboral, la industrialización, las migraciones internacionales, la violencia interna, las relaciones comerciales, los desafíos de la educación o las amenazas para la democracia, son temas de interés nacional, regional y global que deben analizarse desde datos geopolíticos.

La política exterior de países como España sirve para posicionar a nuestra nación en este juego de la geopolítica. La apuesta europea pero la historia de nuestras relaciones con América Latina, los países del mediterráneo y con EE.UU. son un ejemplo de los movimientos más estratégicos de nuestro país.

La gran alianza que supuso el proyecto europeo permite a países como España no sólo caminar unidos en posiciones comunes que nos acaban beneficiando sino defendernos mutuamente en momentos de turbulencias internacionales que, con seguridad, nos destrozarían si estuviéramos solos. La pandemia y la activación de los fondos europeos son un reciente ejemplo.

Los países que componen la Unión Europea son conscientes de que sólo sobrevivirán en el nuevo orden mundial que se configura si se logra un sistema europeo más fuerte, más amplio, con normas de funcionamiento renovadas y que amplíe competencias en materia de defensa y de acción exterior.

Este será el gran reto geopolítico de la Unión Europea para el ciclo 2024 – 2029. Los europeos podrán sentirse orgullosos de sus dirigentes si en 2029 se ha logrado una Política Exterior y de Seguridad Común a la altura de la incertidumbre global que nos acecha.